Lajos Márai no entendía qué le ocurría a su restaurante. Habían pasado seis meses desde la inauguración, pero los comensales brillaban por su ausencia. ¿Cómo podía ser? Su propuesta gastronómica era variada, atractiva y de presentación exquisita. El local era luminoso, alegre, coqueto y acogedor. Él mismo mostraba una apariencia pulcra y elegante… ¿Por qué entonces no entraba nadie?
El sentido común le reconfortaba, haciendo alusión a la delicada situación económica general pero, consciente de ello, también había puesto especial cuidado en este aspecto y había ajustado los precios al máximo. Aun así, su establecimiento seguía completamente vacío, mientras otros incluso más caros mantenían la fidelidad de sus clientes.
Lajos Márai pasaba así día tras día apostado en la entrada, triste y perplejo, devanándose los sesos para comprender lo incomprensible, pero con el esperanzado anhelo de ver aparecer alguna vez un rostro ansioso por degustar los deliciosos platos de su restaurante “El envenenador impune”.
Hace tres meses, un empresario adquirió una mansión deshabitada cercana a mi palacete y la vació por completo de trastos viejos. Yo, como aristócrata decadente, no pude evitar hurgar en los contenedores, donde encontré varios cuadernos con historias variopintas. El caserón abandonado es ahora un prostíbulo de lujo y yo me he convertido en improvisado editor de estos relatos sin título y sin autor, haciendo de mi ocio un tiempo útil. Les invito a leerlos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Un cuento realmente genial. Siento una curiosidad inmensa por ver la carta, y saber como ha llamado a los platos que la componen.
ResponderEliminarBesitos Sir
Manda carajo, que mala política de promoción de su negocio. Lo que mas jode no es que te envenenen, eso lo hacen en muchos restaurantes, si no que encima se pretenda impune. Coño eso no, una chance al cliente por lo menos...
ResponderEliminarSaluditos.
Parece que acertó con todo menos con el nombre...aun asi..curioso...hay mas de uno ansioso por ser envenenado...
ResponderEliminartodo por un tema de branding.
ResponderEliminarPd: Te invito a que visites mi blog de cine, ahí también publico cuentos míos.
La esperanzadora ironia de errar con un buen nombre...
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
No sé qué decirle, Sir, ni idea de por qué no iba nadie. Qué tiempos más difíciles éstos.
ResponderEliminar