Quedaron en conocerse una fresca tarde de sol desmayado. Antonio llegó el primero a la entrada del parque, punto de encuentro. Se detuvo y miró el reloj, un poco nervioso, un poco impaciente, muy ilusionado.
Fijó su vista entonces en la lejana imagen de una pequeña hada etérea y graciosa, que se ampliaba a medida que caminaba hacia el parque. Cuando adquirió su tamaño natural frente a él, le habló:
-Hola, ¿eres Antonio? Yo soy Raquel. Perdona el retraso; he salido de casa con el tiempo justo.
-No te preocupes… Bueno, encantado, ¿eh?
Tras los dos besos de rigor, Antonio prosiguió, embelesado:
- Oye, eres todavía más guapa al natural que en el vídeo de la agencia.
Ella no pudo evitar ruborizarse un poquito.
-No sé qué decir… Eres muy amable.
El entusiasmo de Antonio le impidió andarse con rodeos:
-Mira, yo hace tiempo que buscaba un alma gemela, el verdadero amor, ¿sabes?, pero está claro que por Internet no te puedes fiar ni un pelo. Por eso me apunté en la agencia…
-Te entiendo perfectamente –respondió Raquel, con una mágica sonrisa en los labios-. A mí me pasaba exactamente lo mismo. Internet ha hecho que la gente pierda el romanticismo… Sólo consigues contactos para meterte en la cama con alguien.
-¡Tienes toda la razón! Y lo encuentro tan deprimente… Pero lo sabía, estaba seguro de que esto funcionaría de otra manera. Y compruebo que sí… Me gustas mucho, Raquel.
-Gracias. Y tú eres un encanto... Parece un buen comienzo, ¿verdad?
Sus miradas se cruzaron durante un minuto o una hora, quién sabe. Antonio desvió por unos segundos los ojos hacia el reloj y se frotó las manos.
-Bien –dijo muy animado-, ¿qué te parece entonces si empezamos a aprovechar el tiempo? ¿Dónde prefieres, en tu casa, o en la mía?
Raquel pareció reflexionar unos instantes.
-Yo vivo cerca de aquí. Podemos ir andando, si te parece.
-Genial.
Hace tres meses, un empresario adquirió una mansión deshabitada cercana a mi palacete y la vació por completo de trastos viejos. Yo, como aristócrata decadente, no pude evitar hurgar en los contenedores, donde encontré varios cuadernos con historias variopintas. El caserón abandonado es ahora un prostíbulo de lujo y yo me he convertido en improvisado editor de estos relatos sin título y sin autor, haciendo de mi ocio un tiempo útil. Les invito a leerlos.
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Con este me he reído de lo lindo.. una crítica estupenda a una realidad latente..
ResponderEliminarEn estas cosas existen ciertas paradojas porque cuando sucede al revés que lo primero es el sexo se para en seco... ¿pero tú que te has creído...?-dice ella con cara de desprecio- que lo que yo busco es AMOR...
Magnífico blog.. magnífico de verdad..